26 de julio de 2013

MÁS ALLÁ DE LOS MOMENTOS

Han llegado brisas...
Brisas francesas, extremeñas, canarias... 
Han llegado brisas acaloradas,
cántabras, catalanas, valencianas...

Todas ellas encontraron su rincón,
un diminuto espacio cedido,
un regalo no admirado.
Un amor incomprensible que se lanza,
un amor consciente de sí mismo, tan real,
que sabe de su existencia porque se da,
por aquello recibe.

¡Y mi ser brinca! entre lo escogido y novedoso,
sintiendo, experimentando, conociendo lo distinto.
Intentando superar lo exprimido. 

¡Grandes logros me vaticinan! 
¡Incluso yo los vislumbraba! 

Más cuando paro...¡Ay de cuando paro!

Los breves o largos momentos de ilusión,
esos que surgen sin pensar, sin juzgar,
que me descolocan, me emocionan, me desbordan...,
recobran el sentido de la realidad...
"¿Quién hay que me pueda amar?¿Acaso lo habrá?"
¡Cuan cruel es la verdad! 

Llueven momentos especiales.
Momentos tiernos, dulces, sinceros, amorosos...,
y mi cuerpo vuela, como antaño,
aspirando cada caricia, beso, abrazo,
cada mirada, cada gesto...
¿Qué hay más allá de los momentos?

Harta estoy de palabras,
de promesas, deseos y futuros...
y por ello surge la duda...
¿Qué hay más allá de los momentos?

Nada habrá, nadie habrá... 

Todo quedará inscrito,
en la memoria o en el recuerdo. 
Seré importante para otras brisas, quizá.
Serán mucho para mí, sin duda, quizá.
Y el tiempo me devolverá al vaivén del azar,
ese que me lleva al límite, al borde de la muerte.
Ese, que proyecta mi realidad sin piedad alguna.

Y... seguiré respirando,
mientras pueda.
Y....seguiré esperando
la libertad.



29 de mayo de 2013

MI AMADA, MI KARA.

¡A ti! Mi pequeña, mi querida.
Hacia ti se eleva mi llanto,
llanto que desborda, que me inunda,
que siente pena de sí mismo por tu ausencia.

A ti, mi pequeña, mi querida,
va lo vivido, lo ya perdido,
la alegría del comienzo,
ese, ese tan bello que compartimos.

A ti, mi amada, mi pequeña,
lanzo mi pena: ¡Tan grande por perderte,
por no sentirte, no cuidarte, no mimarte!
Pena por tus ojos que en mí se sumergieron.

Contigo, mi amada, mi "Kara"
se van las cómplices miradas,
los juegos, abrazos y sonrisas,
el amor que regalabas; fiel amor, sin prisas.

Contigo, mi "Kara", se va mi ser,
ese que sonreía, ese que...,
ese que..., se sentía amado
ese que, ese que amaba.


6 de enero de 2013

MAÑANA


      Ya empieza. Son las 20:00 horas; todo ha acabado y todo empieza. Ya no quedan momentos, ni pensamientos, ni emociones (quizá el miedo); acaba de empezar el día siguiente.
      Por hoy queda atrasar lo más posible esas píldoras que me permiten cerrar los ojos, contra mi voluntad, durante dos o tres horas. Horas en las que el sueño me invade sin arrinconar las pesadillas subyacientes de mi inconsciente. El tiempo posterior puede ser vigilia esporádica o, como comúnmente ocurre, prolongación de esas pesadillas hasta el amanecer, hasta que los despertadores mecánicos me indican que, sea como sea, debo levantarme y comenzar todo lo requerido para iniciar una nueva jornada.
      No hay salida, nada que poder decidir, continuar hasta que no haya fuerza alguna que me lo impida.
     Tan sólo eso: continuar. Continuar sin preguntarme, sin sentir, sin nada más que seguir pues si caigo no habrá quien recoja mis despojos. Continuar para conseguir que ninguna persona cargue conmigo. Continuar ante la cobardía que me impide dejarlo todo.
      Mañana empieza. Empieza hoy y perdura cinco días. Días de angustia, de pequeños esfuerzos, de ser social por convecciones, de seguir muriendo poco a poco.
      Mañana ya no es el futuro, mañana es hoy, es ayer, es el más allá. Mañana es la agonía cotidiana.


5 de enero de 2013

EL ÚLTIMO FUTURO

    
     Ya empezó el año.

     No escuché muchos gritos de alegría, tan sólo algunos pitidos de coches y, como no, las correspondientes contestaciones. Mandé las felicitaciones pertinentes: las obligadas, dos; las otras, que reflejan el escaso amor que me queda fueron cinco. Recibí dos inesperadas, dos que no fueron una respuesta.
     Decidí distraerme con la TV; la realidad era clara, no había nadie quien me echara de menos en mi vida. A pesar de los diálogos que oía y de las intrigas que me ofrecía la película empecé a dejarme llevar, casi sin darme cuenta, y deseándolo....volví a estar con ella.
      Celebrábamos el fin de año con amigos queridos ya que la pequeña tenía casi dos años y queríamos pasar las fiestas juntas. Enero tenía un significado especial para nosotras. Fue el mes de reiniciar nuestro amor después de pasar, ambas, por muchos momentos oscuros, el mes que celebró nuestro enlace. Fue el reinicio de algo grande.
      También la peque nació en enero. Después de un par de intentos por fin quedé embarazada a inicios de abril, ese abril que vivió nuestros primeros encuentros aún por crecer. Pasamos juntas todas las dudas y miedos surgidos por el embarazo pues yo ya cargaba con cuarenta años a mis espaldas. Pero así lo quisimos, las dos. Ella estaba en su inicio laboral, y yo podría compaginar mis guardias de 24 hora sin demasiada dificultad. Yo insití en que fuera así, no cesaba de intentar, desde hacía nueve años, que descubriera lo que es ser libre, libre desde dentro y por dentro. ¡Mi gran deseo!; que se viera a sí misma no sólo como era sino cómo podría ser si se lo proponía. Mientras, ella seguía mostrándome lo maravilloso de la vida, ya sin la carga autoinflngida de cuidarme hasta el extremo. Por fin entendimos cuán grandioso era lo que sentíamos y lo que nos aportábamos mutuamente, que estar juntas nos hacía ser mejores personas. Y seguía diciéndome cada día que tan sólo una vez se perdió, sólo cuando estuvo sin mí, que me amaba y no quería vivir sin que estuviese en su vida. Recuerda con amargura lo que pasó, la persona en que se convirtió. Yo acaricio su cara y le digo que a las dos nos costó reencontrar a la otra. Pero prevaleció el amor, ese amor profundo que nadie más podría darnos.
      Contra cualquier pronóstico, ahí estábamos, celebrando felices el nuevo año. Recién habíamos vuelto de festejar la nochebuena y el día de navidad con nuestras familias. La peque disfrutó como una enana. Seguro que el día seis también sería maravilloso para ella.
      Siempre íbamos así, de viaje para aquí y para allá. Habíamos conservado el pequeño ático pues no teníamos claro dónde nos asentaríamos y ello nos daba mucha libertad para ir a ver a los nuestros. Mientras, vivíamos en un piso alquilado, nuestra casa en muchos sentidos pues nos cobijaba desde el 2009 y había visto nacer a nuestra primera hija.
      Desde que superamos todo lo vivido en el 2008 ya nunca nos separamos, sea por viajes de placer o de trabajo. Deseamos compatir todos los momentos, lo hablamos todo, bueno o malo, y aunque las discusiones surgen a menudo, seguimos confiando en lo mucho que nos queremos.

      Tras un estrenduoso sonido proveniente de la TV fui saliendo del pequeño trance en que me había sumido. La realidad seguía donde estaba, esa realidad que jamás confundo, esa realidad llena de su ausencia, en cada objeto, en cada música, en cada mirada o caricia, en cada gesto de amor que vislumbro.
      Pero, de vez en cuando, no puedo dejar de imaginar el que fue, entre tantos, mi último futuro.


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